domingo, 1 de septiembre de 2019

UPR: cinco generaciones en mi familia


Vínculo generacional con la UPR- cinco generaciones

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Hijo de un panadero, gallero y cochero y de una madre costurera de ropa de hombre de la Villa de San Blas de Illescas, Coamo, nace un 2 de junio de 1889 el niño Erasmo Marcelino Bernier Colón.  Comienza su educación formal en ese Coamo del fin del siglo 19, estudiando bajo la tutela de su profesor y padrino de confesión: Don Herminio Santaella.  Narra que parte de la educación formal incluía, además de lectura, escritura, nociones básicas de matemáticas y ciencias cursos de doctrina, utilizando para esto textos como Catecismo razonado histórico y dogmático de Fleury y el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Carreño.  
A los 15 años, siendo estudiante de séptimo grado, que dice él era equivalente al tercer año de la Alta Escuela, toma exámenes libres para estudios avanzados dados por el Departamento de Instrucción.  Alumno aventajado, entre los mejores de su clase, aprueba con la nota más alta de su distrito, que entonces comprendía Coamo, Juana Diaz y Santa Isabel.  Recibe una beca para estudiar en la recién iniciada Escuela Normal de Río Piedras en el curso de 1904-1905.  
Erasmo Marcelino, aquí todavía con 16 años en la imagen superior, lo encontramos vestido todo de blanco por su madre, Doña Julia Colón Palau, quien era sastre de ropa de hombre de Coamo,
Como investigadora siempre añoré con encontrar alguien conocido en las fotos históricas, sucedió con esta imagen de Moscioni identificando a mi abuelo en ella
Estudia en Río Piedras los años escolares 1904-1905 y el 1905-1906, graduándose en 1906 con el título de maestro graduado de español, a los 17 años.  Regresa a Coamo y trabaja como maestro rural en la Escuela de Los Llanos al no tener la edad de 19 años para ser maestro graduado.   Su historia no termina ahí, pues continúa desarrollándose profesionalmente llegando a ser uno de los primeros ministros Bautistas de Puerto Rico con un ministerio de casi
50 años tanto en Puerto Rico como estados Unidos. Pero hoy estamos enfocados en la Universidad de Puerto Rico y como este miembro de la segunda clase graduada de la Escuela Normal, gracias a la Universidad de Puerto Rico, a esa oportunidad, la educación fue llave para promoción social de las próximas generaciones.  
Sus hijos todos fueron universitarios, estudiando estos en diferentes Universidades de Estados Unidos como Syracuse University, Atlantic Christian College, Keuka College y el Fashion Institute of Technology.  Floridalia y Gloria ambas hicieron estudios post graduados en Trabajo Social en la Universidad de Puerto
Rico. En la segunda generación, de esos 4 hijos, los cuatro profesionales, dos estudiaron en la UPR. Ya en la tercera generación, somos once entre mis hermanos y primos los que estudiamos en la UPR.
En la cuarta generación, hoy en día, son catorce los estudiantes de la UPR. Se han graduado muchos ya.  En el 2019, mi hija está cursando estudios de maestría en la UPR, y tengo seis sobrinos más, seis biznietos de Don Erasmo estudiando durante este mismo año, dos en la Escuela de Derecho y cuatro en el Recinto de Rio Piedras.
Por el lado de la familia de mi madre, en la próxima generación mi tío Oscar Rodríguez García se gradúa de Economía en Sociales y de ahí se va a hacer Maestría en Cornell y Mami, Rosario M. Rodríguez García de Maestría en Trabajo Social. Un gran avance para los hijos de un mecánico y una enfermera de la Playa de Ponce y fue con becas y muchos sacrificios que pudieron completar sus grados. Mis primos Rodríguez García son tres graduados de la UPR y uno de ellos es Catedrático del Recinto de Río Piedras desde hace más de tres décadas.  Estudiando Mami en el Recinto de Río Piedras se conocen mis padres.
Es difícil de explicar el amor y la emoción que uno siente por la yupi (como le decimos de cariño). Desde la casa de mi abuela en la Playa de Ponce, siendo niña,  admiraba una insignia que tenía el escudo de la UPR que me causaba
mucha emoción. Yo sabía que ese escudo que parecia mas color vino que rojo, y blanco con esas palmas era importante, que era de mi tío y mi abuela no quería que lo tocara.  A escondidas me encantaba agarrar esa insignia y tocarla, sentir el bordado de las letras, las palmeras, el sol, el edificio, la torre.   Sabía que algún día caminaría por esas palmeras. Y así fue. Mi bachillerato en Geografía y Maestría en Planificación Urbana tuvieron de escenario la torre y su carrillón, marcando el compás del tiempo.  Este año fui por la tiendita del recinto y compre un sello similar y lo tengo, para que mi nieta lo toque y se emocione desde ahora con esa universidad.Casi exponencialmente, ha crecido el número de estudiantes de nuestra familia en vínculo con la UPR durante más de un siglo. Desde que Erasmo hace 115 años atrás en Coamo rompió el ciclo de pobreza siendo el primer graduado de la UPR, somos veintiocho en nuestra familia. Esos son nuestros vínculos con el Alma Mater, que esperamos se levante en toda su gloria y esplendor, cual ave fénix, de las cenizas.  Ya a mi nieta le encanta ir a la UPR y será parte de esa quinta generación. 


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Rose Marie Bernier Rodriguez
2019